Nos hacemos mayor y esto no solo significa tener más canas o la piel arrugada; responde a un factor interno de nuestro cuerpo, que se ve acelerado por el fenómeno de la oxidación.
El envejecer es un proceso natural que se va produciendo de forma gradual. Los anuncios publicitarios respecto al tema, nos bombardean con soluciones para detener o ralentizar esta situación, obviando que no sólo es un cambio externo, sino también interno y que afecta a cada una de las partes de nuestro organismo.
Según una investigación de la Universidad de Duke, Carolina del Norte, el envejecimiento comienza aproximadamente a los 26 años, aunque cada persona envejece a su propio ritmo. Es así como en este estudio se pudo comprobar, que algunos pacientes eran más jóvenes o mayores de lo que su edad cronológica databa. Incluso se constató un caso extremo, de un individuo que envejecía 3 años por cada año cumplido.
A partir de estos años, podemos observar cambios en nuestra fisonomía, como el aumento de peso por la ralentización del metabolismo, cambios en los patrones del sueño o pérdida de memoria. A pesar de que hay varias causas asociadas, una de los principales es la presencia de radicales libres en nuestro cuerpo. Aunque siempre están presentes, con los años nuestro organismo comienza a librar una batalla para frenarlos, pero ¿qué son estas moléculas?
Los radicales libres
Cuando hablamos de los radicales libres (RL), nos estamos refiriendo a moléculas en nuestro organismo que son altamente inestables, debido a la existencia de un electrón libre que se vuelva reactivo al no estar emparejado. En un estadio normal, los electrones van emparejados y juntos forman enlaces químicos que componen la molécula y esta a su vez la célula.
Por norma general, los procesos como el metabolismo de los alimentos, el respirar, la actuación del sistema inmunológico, por nombrar algunos, son hechos que generan RL, pero que sin embargo el cuerpo mantiene a raya. El problema se genera cuando la capacidad del organismo, para tener todo bajo control se ve sobrepasada, lo que degenera en la presencia de una oxidación acelerada en el cuerpo y por ende, una mayor presencia de radicales libre.
Entre los factores que provocan que el organismo se fatigue y no puedan combatir con sus herramientas a los RL, están los hábitos tóxicos como fumar, la exposición al sol y rayos uv, el estrés, las dietas desequilibradas, los alimentos procesados, los pesticidas o la polución ambiental.
¿Qué podemos hacer?
El envejecimiento de nuestro cuerpo no es un proceso que podamos detener, pero sí ralentizar si decidimos actuar de forma consciente. Se estima que un 30% de éste se debe a factores genéticos, pero un 70% a hábitos de vida. Además, a partir de los 40 años en los hombres y los 50 en mujeres, la oxidación aumenta de forma exponencial.
La vejez no es sólo arrugas en la piel (por la pérdida de colágeno), canas en el cabello (por la ausencia de
melanina), dificultades en la visión (por la presbicia o vista cansada) o pérdida de fuerza y reflejos, entre otras. El proceso en el que nuestro cuerpo se va oxidando, muchas veces no tiene una edad estimada, sino más bien un estilo de vida definida.
Una forma de ayudar a nuestro cuerpo es mediante el consumo de una dieta rica en frutas y verduras, el ejercicio moderado y distintas actividades mentales que ayudan a retrasar el envejecimiento y promuevan factores neurotróficos que ayuden a rejuvenecer el cerebro.
Alimentos para nuestro organismo
El proceso de oxidación se puede atacar mediante la ingesta de una dieta variada y equilibrada, que sea rica en antioxidantes. Llegados a este punto podríamos pensar en soluciones concentradas de antioxidantes en pastillas o polvos serían más efectivos que un alimento, pero no es así. Cuando comemos un alimento, se producen interacciones entre los diferentes tipos de antioxidantes y el resto de componentes. Tal trabajo hace que el efecto antioxidante general sea superior al que tienen cada uno de los elementos si los obtuviéramos por separado. Pero tampoco podemos caer en los excesos de consumo, ya que una desproporción de antioxidantes nos podría dar un efecto contrario al esperado.
Conclusión. Todo se ha de comer de forma equilibrada.
Dentro de los principales antioxidantes tenemos los betacarotenos, la luteína, el licopeno, el selenio y las
vitaminas A, C y E. Lo anterior, traducido en alimentos es igual a comer:
– Betacarotenos: naranjas, zanahorias, mangos, zapallo, brócoli, zapallo italiano, etc.
– Luteína: espinacas, arvejas, repollo, choclo, papayas, huevos.
– Licopeno: sandía, tomates, frutos del bosque, pomelo, arándanos, damasco.
– Selenio: cereales, pan integral, pescado, carne roja, mariscos, hortalizas.
– Vitamina A: Leche, hígado, mantequilla, huevos, melón, pollo, pavo.
– Vitamina C: Frutillas, piñas, kiwi, uva, albahaca, perejil.
– Vitamina E: almendras, maní, avellana, semillas de girasol,
En Yammi seguimos ofreciéndote platos que pueden conformar tu dieta equilibrada. Prueba nuestro tomaticán de carne y tocino con arroz blanco o la reineta en salsa de soya sobre verduras salteadas.
Que tengas buena semana!
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